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Mostrando entradas de febrero, 2011

Poema XX de Pablo Neruda

Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan, azules, los astros, a lo lejos." El viento de la noche gira en el cielo y canta. Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Yo la quise, y a veces ella también me quiso. En las noches como ésta la tuve entre mis brazos. La bese tantas veces bajo el cielo infinito. Ella me quiso, a veces yo también la quería. ¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos! Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido. Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella. Y el verso cae al alma como al pasto el rocío. ¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla! La noche está estrellada y ella no está conmigo. Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos. Mi alma no se contenta con haberla perdido. Como para acercarla mi mirada la busca. Mi corazón la busca, y ella no está conmigo. La misma noche que

Oroitzen...?/¿Recuerdas...?

Era, fue y/o fuese y fuera, en fin, hubo sido (si es que, finalmente, fue) como un sueño. Yo estaba allí, si es que finalmente estaba, y La Voz, que es también El Corazón y Los Ojos, y mil cosas más que me apetecería seguir poniendo con Mayúsculas. La Playa nacía y yacía al final del ancho mar, o viceversa, que se agitaba débil y sabio pero en realidad poderoso, como, yo que sé, como la madre de la luna. Y nosotros dos esperábamos algo. Nosotros dos, cómo nos crecía aquella blanca parda cala más allá de los pies, como si la tuviéramos pegada. Esperábamos, quizás, que El Corazón, que es también La Luz, encontrara ese sitio de donde uno vuelve sin querer, porque llega antes de salir. Cerró los ojos. Cerró los ojos y me dijo que estaba oscuro. Le dije: ¿pero ves alguna lucecita? No, pero... está el mar, que no lo veo, pero... casi.