En el principio II
Transcurrió más tiempo. Las incontables cosas que se arrastraban fueron aumentando de tamaño y mejorando las técnicas de matarse mutuamente. Interesante al principio, pero sólo debido a las sutiles diferencias. Se arrastraban, saltaban y reptaban para matarse mutuamente. De hecho, una de ellas hasta voló por los aires para matar. Muy interesante, pero... ¿y qué? ÉL empezó a sentirse incómodo con todo esto. ¿Cuál era el objetivo? ¿Debía participar en lo que presenciaba? Y si no, ¿por qué estaba observando? ÉL decidió descubrir la razón de su presencia, fuera cual fuera. Por lo tanto, cuando estudiaba las cosas grandes y las pequeñas, estudiaba en qué era diferente de ellas. Todas las demás cosas necesitaban comer y beber, de lo contrario morían. Y aunque comieran y bebieran, al final también morían. ÉL no moría. Existía y existía. No necesitaba comer ni beber. Pero poco a poco, ÉL tomó conciencia de que necesitaba... algo, pero ¿qué? Intuía que existía una necesidad, y que la neces